¿Cómo aguantar un gancho al hígado?

¿Cómo aguantar un gancho al hígado?

¿Puede matarte un gancho al hígado?

El gancho al hígado es muchas cosas. Es una frase lapidaria que no logramos metabolizar o una noticia repentina y devastadora. Pero también se conecta un gancho al hígado cuando se engaña al otro, cuando lo enredamos, cuando lo sorprendemos. Y es que lo dicen nuestros campeones, entrevista sí, entrevista también: este gancho es el golpe mexicano por excelencia, un resumen en centésimas de segundo de la manera nacional de pelear.

El gancho al hígado es un golpe temido en el boxeo, sacude el sistema nervioso y es capaz de mandar a la lona a cualquier contrincante. Los cuentos de Leo Felipe Campos narran la historia de personajes que han recibido este guantazo fulminante en el round más difícil de sus vidas: un viejo pasa las noches trapeando el piso del bar donde fue una estrella de la música; una niña enfrenta, junto a su madre, el suicidio de su hermana mayor; tres jóvenes machistas viajan a un carnaval en busca de mujeres sin saber que los espera un grupo de travestis; una boxeadora recibe una amenaza justo antes de defender su título mundial. En este libro todos pelean con coraje porque, aunque intuyen la derrota, saben que el humor, el swing y el erotismo caribeño vendrán a exigir revancha.

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¿Por qué el gancho al hígado es devastador?

Según los neurólogos esta es una reacción instintiva. Y es que cuando la presión sanguínea cae de forma tan abrupta, a nuestro corazón le cuesta seguir bombeando la sangre a las zonas más elevadas de nuestro cuerpo, como el cerebro. Lógicamente, nuestro cuerpo no puede permitir que la sangre deje de llegar al cerebro. Por eso, como tras el golpe al hígado los vasos están dilatados, su única opción es “bajar la altura a la que está la cabeza” para garantizar que aún y con menos presión la sangre siga fluyendo hasta el cerebro.

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Este es el motivo por el cual, tras un golpe al hígado, nuestro cuerpo cae de fulminante (ya sea hincando la rodilla en la lona, o tumbándose en el suelo completamente). Así pues, como veis, la caída tras un golpe al hígado es sólo una reacción fisiológica para que la sangre siga llegando al cerebro. Todo esto naturalmente pasa en décimas de segundo, y lo que nosotros vemos es sólo el golpe y la caída irremediable de la ‘víctima’.

La mala noticia es que NO HAY MANERA DE CONTROLAR VOLUNTARIAMENTE las reacciones que desencadena un golpe en el hígado. ¿Por qué? Porque el hígado conecta con el sistema nervioso autonómico, es decir, con la única parte del sistema nervioso que los seres humanos no podemos controlar conscientemente (¿verdad que no podríamos parar nuestro corazón o controlar el movimiento de nuestros intestinos como queramos?). Así que ya lo sabéis, el mejor remedio contra un golpe al hígado es cerrar bien los codos y trabajar una buena defensa.

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